Las telefonistas chiclaneras por el Abuelo Chano
En noviembre de 1925 se inauguró el servicio telefónico en un local de la calle Cánovas del Castillo, la que ahora es Corredera Baja. La centralita disponía de cinco líneas. Las pocas comunicaciones que se realizaban eran atendidas por Braulia Montero y, como es de suponer, al principio no existían teléfonos privados. La inauguración fue todo un acontecimiento social, vino el gobernador, que mantuvo una conversación telefónica con el dictador Primo de Rivera; también estuvo por aquí el alcalde de La Isla, autoridades civiles y militares y todos los que eran “algo” en el pueblo. Poco después el servicio se fue ampliando con las líneas privadas, aunque siempre pasando las llamadas por la centralita, por lo que los teléfonos como máximo llegaron a tres dígitos. Como es lógico el teléfono con el número 1 era el del despacho del alcalde; el número 2, la bodega Vélez; el 10 la Guardia Civil; el 13, como no podía ser de otra manera, el de la cárcel; el puesto de los Guardias Municipales el 36; el del Hogar del Camarada, el 49; La Parroquia San Juan Bautista el 69; el Cine Moderno el 87; la fábrica de Muñecas Marín el 97; el Club Pepe Gallardo el 136... Y así podría llenaros tres o cuatro hojas porque me acuerdo de todos los números que más se utilizaban.
Poco a poco, fueron instalándose teléfonos en los negocios y en las casas de los señoritos. A veces, repentinamente, a las telefonistas se les agolpaban las llamadas y tardaban algún tiempo en atenderte.
Me estoy acordando de una anécdota muy simpática que me contaron una vez. En la centralita tenían puesto un papelito junto al número de teléfono que pertenecía a Campano y otro al de Sancti-Petri. A su vez estos dos teléfonos se utilizaban en ambos sitios como centralita. Cuando alguien en Sancti-Petri descolgaba el teléfono, le atendía Sebastián el telefonista que, a su vez, tenía que solicitar la llamada correspondiente a Chiclana. Con bastante frecuencia Paco el de la Finca le decía: “Ponme con Paquiqui, el de las caballas”. Cuando ya tenía línea directa, para pedir las cajas de caballas que necesitaba, siempre decía lo mismo: ¡Mándame veinte cajas! El suministrador tomaba nota y se las enviaba al otro día. Una de las veces que le pidió a Sebastián que le pusiera con Paquiqui, éste, cuando llamó a Chiclana, le dijo a la telefonista que le pusiera con la funeraria. Ésta marcó el 228 y descolgó el encargado del Ocaso, Perico Torres: ¿Dígame? ¡Soy Paco el de la Finca, mándame urgentemente para Sancti-Petri veinte cajas! y colgó. Al cabo del rato, tras haber estado Perico tratando de enterarse de lo sucedido, como nadie le daba norte de nada, llamó a las telefonistas preguntándoles si había ocurrido alguna desgracia en Sancti-Petri, ya que le habían pedido urgentemente veinte cajas. Le tuvieron que aclarar la broma de Sebastián el telefonista y que Paco, al que llamaba pidiéndole cajas, pero de caballas, era a Paquiqui de La Isla.
Cuando algún particular descolgaba su teléfono, como era lógico, las telefonistas conocían inmediatamente a sus abonados y sabían a reglón seguido, hasta con quién tenían que pasarle la llamada. Me contaron que una señora quería hablar con la farmacia de Quevedo, frente al Ayuntamiento y dijo: ¡Señorita!, ¿me pones con la farmacia que está frente a la botica? Como es de suponer, esta señora estaba acostumbrada a decir botica, no farmacia y de ahí vino el liarse. Era y continúa siendo una cosa tan tonta que nunca he podido entender. ¿Por qué se intenta pronunciar fino y pretender, hablar a través del teléfono como no sabemos?
1 comentarios:
Es importante conocer el Pasado para VALORAR el presente.