4
comentarios
/
lunes, 17 de septiembre de 2012
a las 11:31 / Publicado por
Chiclana Hoy
El problema era el desplazamiento desde el pueblo hasta la playa. Como es lógico, la separaba la misma distancia que ahora, aproximadamente seis kilómetros. Unos iban andando, otros aprovechaban los camiones que iban a cargar arena y se llenaba entero. Algunos bodegueros que poseían camión, también invitaba a subirse a los vecinos del barrio.
Era toda una aventura darse los baños. A finales de los sesenta, comenzó la línea de autobuses “Los Canarios”. Íbamos apretujaos y asfixiados del calor. Por la tarde de regreso, esperábamos en el pinar –que era todo pinar– la ansiada llegada del autobús. Casi siempre se retrasaba y, mientras tanto, nos comían los mosquitos. Porque no os podéis ni imaginar, la cantidad de zancudos que había en ese pinar.
Cuando se llegaba a la playa, teníamos que andar –atravesando el pinar– cerca de un kilómetro para llegar hasta el agua. Entonces todos los chiclaneros que íbamos, nos quedábamos al principio, junto a las rocas del acantilado de “Torre Bermeja”. No existía ninguna división, ni nadie se atrevía a seguir atravesando el frondoso y espeso pinar.
Es de suponer que por aquel entonces, no había ninguna caseta de baño, ningún bar, ningún chiringuito, ni tampoco kiosco. Se iba a lo que se iba, a bañarse y punto. La vida fue evolucionando
–a veces para peor– y se comenzaron a colocar unas casetas de madera para hacer negocio. Fueron un par de bares los que comenzaron a regentarse, “El Azor” y otro de “Azogue” –primero de madera– y luego de mampostería. Estos mismos bares, mandaron a elaborar casetas de baños y las alquilaba. Solamente existían un par de ellas de algún que otro señorito. Fue todo tan rápido y apresurado, que los particulares comenzaron a instalar caseta tras caseta, llegando muy cerca de donde hoy se encuentra el mal llamado “Novo Sancti-Petri”.
Cientos de garitas de todos los colores y tamaño. La mayoría, instalaban delante de “su parcela” cuatro listones de madera y lo cubrían con tela. De este modo, ampliaban “su espacio”. Claro, no pasaba nada, lo importante para nuestro Ayuntamiento, era que todos tenían que pagar un impuesto. Se fue desmadrando de tal manera, que muchas familias pasaban todo el verano en estas barracas o casitas. Cocinas, literas e incluso, las habían que tenían hasta su retrete evacuatorio. Previamente, enterraban un bidón vacío, que lo pedían en las gasolineras y les servían de fosa séptica. El final de este libertinaje, fu prohibirlas todas.
Pero a mi modo de ver, el principal problema que ha ocurrido en nuestra playa, es que edificaron muy cerca de la arena. Las dos primeras casetas –que ya eran de mampostería– fueron derruidas por la subida de una marea. Muy cerca, se comenzaron a edificar casitas de campo y chalet. Ahí comenzó a deteriorarse y estropearse todo. Se rompía o cortaba el ciclo natural de de los vientos. Antes, la arena que el aire se llevaba, decían que se acumulaba cerca del castillo. Luego, cuando soplaba otro viento, la retornaba a su lugar de origen. Este ciclo fue brutalmente pulverizado y machacado. La arena desde entonces, no viene siendo la misma blanca y fina que conocíamos. Cada año –y no sé de donde la traen– tienen que reponer miles de metros cúbicos. Cuando el viento sopla a gran velocidad, la arena que se lleva, jamás volverá.
En la Barrosa, hemos contado con una gran superficie de terrenos, apto como para no haber tenido que construir tan cerca de la orilla. El propio paseo marítimo, lo tenían que haber edificado doscientos metros más arriba. ¿Cuántos pueblos y capitales hubiesen querido tener el espacio tan amplio que los chiclaneros hemos tenido? Pero ya es tarde. Se han edificado muchas “segundas viviendas”. Recaudar impuestos, fue, ha sido y es, más atrayente, cautivador y atractivo, que evitar e impedir esta devastación, estrago y destrozo que ha sufrido nuestra querida playa de la Barrosa.
En las imágenes que adjunto, se puede observar lo que aquí cuento. Algún día –y no debiéramos de extrañarnos ni asombrarnos– las aguas volverán a su cauce natural y ocuparan más terreno. Si esto ocurriese, entonces, nos daremos cuenta del mal que le hemos hecho a nuestro bonito y coqueto litoral. Una de las mejores playas del mundo. Una costa pura y virgen, que la mano y avaricia del hombre, la ha transformado a su antojo.
"Es tan bonita y preciosa
esa playa y su castillo
es tan bonita y preciosa
sus olas son de algodón
de las playas andaluzas
mi Barrosa es la mejor."
La Barrosa por el Abuelo Chano
La Barrosa años 50
Playa de Chiclana de la Frontera, en la Costa de la Luz. Su litoral es de ocho kilómetros de longitud, desde la escarpadura o acantilado “Torre Bermeja”, que la divide de la playa de Sancti Petri, hasta la Loma denominada “Torre del Puerco”, existente desde el siglo XVI. En esta zona, cuenta la historia, que el 5 de marzo de 1811, tuvo lugar la Batalla de Chiclana o de la Barrosa, en la que las tropas anglo-españolas vencieron a las francesas de Napoleón.Torre Bermeja |
La Barrosa la diferenciamos o dividimos en tres partes: "Primera, Segunda y Tercera Pista": La Primera Pista se caracteriza por tener un largo paseo marítimo, donde hasta el 2009 se encontraba ubicada una gran roca que fue arrastrada por un fuerte temporal o una subida de marea.
La Segunda dispone de zonas residenciales repleta de chalet y la tercera es la que linda con la urbanización Novo Sancti-Petri. Gracias a Dios, este enclave turístico ha guardado la imprescindible distancia entre la zona de playa.
Allá por los años cincuenta, comenzaron algunos chiclaneros a darse los quince baños como estaba establecido. Decían que si se remojaban quince días seguidos –lloviera o venteara– nadie enfermaría y pasaría todo el invierno sin coger un resfriado.
Primera Pista |
El problema era el desplazamiento desde el pueblo hasta la playa. Como es lógico, la separaba la misma distancia que ahora, aproximadamente seis kilómetros. Unos iban andando, otros aprovechaban los camiones que iban a cargar arena y se llenaba entero. Algunos bodegueros que poseían camión, también invitaba a subirse a los vecinos del barrio.
Era toda una aventura darse los baños. A finales de los sesenta, comenzó la línea de autobuses “Los Canarios”. Íbamos apretujaos y asfixiados del calor. Por la tarde de regreso, esperábamos en el pinar –que era todo pinar– la ansiada llegada del autobús. Casi siempre se retrasaba y, mientras tanto, nos comían los mosquitos. Porque no os podéis ni imaginar, la cantidad de zancudos que había en ese pinar.
“El Azor”, con el agua no hay quien pueda.
|
Es de suponer que por aquel entonces, no había ninguna caseta de baño, ningún bar, ningún chiringuito, ni tampoco kiosco. Se iba a lo que se iba, a bañarse y punto. La vida fue evolucionando
–a veces para peor– y se comenzaron a colocar unas casetas de madera para hacer negocio. Fueron un par de bares los que comenzaron a regentarse, “El Azor” y otro de “Azogue” –primero de madera– y luego de mampostería. Estos mismos bares, mandaron a elaborar casetas de baños y las alquilaba. Solamente existían un par de ellas de algún que otro señorito. Fue todo tan rápido y apresurado, que los particulares comenzaron a instalar caseta tras caseta, llegando muy cerca de donde hoy se encuentra el mal llamado “Novo Sancti-Petri”.
Demolición del restaurante |
Primeras Casetas
|
Pero a mi modo de ver, el principal problema que ha ocurrido en nuestra playa, es que edificaron muy cerca de la arena. Las dos primeras casetas –que ya eran de mampostería– fueron derruidas por la subida de una marea. Muy cerca, se comenzaron a edificar casitas de campo y chalet. Ahí comenzó a deteriorarse y estropearse todo. Se rompía o cortaba el ciclo natural de de los vientos. Antes, la arena que el aire se llevaba, decían que se acumulaba cerca del castillo. Luego, cuando soplaba otro viento, la retornaba a su lugar de origen. Este ciclo fue brutalmente pulverizado y machacado. La arena desde entonces, no viene siendo la misma blanca y fina que conocíamos. Cada año –y no sé de donde la traen– tienen que reponer miles de metros cúbicos. Cuando el viento sopla a gran velocidad, la arena que se lleva, jamás volverá.
Restos del Azor |
En las imágenes que adjunto, se puede observar lo que aquí cuento. Algún día –y no debiéramos de extrañarnos ni asombrarnos– las aguas volverán a su cauce natural y ocuparan más terreno. Si esto ocurriese, entonces, nos daremos cuenta del mal que le hemos hecho a nuestro bonito y coqueto litoral. Una de las mejores playas del mundo. Una costa pura y virgen, que la mano y avaricia del hombre, la ha transformado a su antojo.
"Es tan bonita y preciosa
esa playa y su castillo
es tan bonita y preciosa
sus olas son de algodón
de las playas andaluzas
mi Barrosa es la mejor."
Cimientos Paseo Marítimo |
4 comentarios:
Completamente deacuerdo, Abuelo Chano, con todo lo que reflejas en esta historia del devenir de la playa de la barrosa. -Manolo Pavón-
. Yolanda el 17 de septiembre de 2012, 20:05 dijo ...
Me parece hasta mentira que esto pueda ser verdad. Nunca me imaginé que hubiera existido bares en la propia orilla.¡Madre mía!, de esto nadie me contó nunca nada.
Unknown el 19 de marzo de 2019, 16:20 dijo ...
El horroroso de mal gusto, edificio actual de apartamentos , tiendas y bares, no entiendo como Ayuntamiento sus tecnicos pudieron consentir en el lugar más emblemático de la palya tal diarrea mental de algún que otro técnico diseñó. He de hacer constar., que está edificación, preparándose el terreno, explandose co acopio de materiales... etc .etc. fué pohibido,desmantelado y no autorizada su realización por el Alcalde Carlos Butrón. Lo que hoy tenemos, de mal gusto, lo ha de sufrir y darnos vergüenza de su autorización y del estreñimiento mental de sus autores.
Unknown el 19 de marzo de 2019, 16:22 dijo ...
Me he referir al bloque de apartamentos de la primera bajada a la izquierda.