1 comentarios / viernes, 28 de septiembre de 2012 a las 19:10 / Publicado por Chiclana Hoy

Juventud, divino tesoro por el Abuelo Chano




El otro día, mi amigo José, me contó una cosita de su hijo pepito: Me dijo que su niño, sin venir “aqué”, cogió un seguío y se fue de su casa a estilo compare. Josefa, la madre, por lo bajini al marío, que se había dejao caer para dar una “cabezaita”, le dijo: “¡José, José, el Pepito se ha ido sin decir ni media con un café bebío para la calle y me tiene en su sin vivir con las carnes abiertas!”. Mi compare José, casi acababa de llegar, había estado en una bolichá y llegó chispao. El tío es mu tradicional y cumple con todos nuestros dichos: “El que va a un en entierro y no se bebe un vasito de vino, el suyo viene de camino.” El muy listo, se bebió unos pocos, pa que el camino fuera más largo.

Se levantó del sofá a tranca y barranca, se enjuagó la cara “pa” espabilarse, se puso su camisola de los domingos y sus zapatitos nuevos. Compuesto, mu arreglao y muy hecho gente, sin poner atención a la mujer, –que no paraba de darle carrete– se fue dando trompicones a buscar a Pepito.

Desde hacía algún tiempo, él venía oliendo a chamusquina y tenía su disgusto. Siempre estaba al liquindoy y se había quedado enseguida con el cante. El Pepito, que en la calle le dicen Jóse, le había salido algo “desbarajustao”. ¡Sí!, el niño no quería colegio ni a tiros. Todo el día se llevaba jugando en la calle con sus amigos. ¡Mira por donde! yo tomara que tu viera, lo estudioso que siempre ha sido mi compare. Aquí el refrán no se cumple. La astilla a veces sale de otro palo distinto.

Salto a Pared

¡Qué bajío hijo! bueno, caún caún. Cada palo que aguante su vela. O como decía el lelo: ¡al que le toca le toca!

"Contrimá" se esmere uno en la educación y crianza, parece que es peor. Los chavales de hoy dirán: “¡Para qué vamos a estudiar si después nos veremos en la cola del paro como todo mundo!”.

Antiguamente y debido a la pobreza que teníamos, todos los niños de muy corta edad, dejaban el colegio para trabajar y poder así ayudar a sus padres. Los estudios los continuaban los señoritos, que eran los únicos que podían costearlos. Estos “hijos de papá”, aunque no les agradaran los estudios, no tenían más remedio que pasar por el aro y escoger algún tipo de carrera o paseíto. Todos ellos, eran forzados por unos padres mayetos o “ricos” –la mayoría de ellos– palurdos, ignorantes y analfabetos; pero ellos aspiraban y ambicionaban, que sus hijos fueran herederos despiertos, astutos e inteligentes.

La situación actual y perspectivas profesionales de los estudiantes, van encaminadas y orientadas a aquella época en la que solamente, podían estudiar unos pocos. Yo diría que ahora es aún peor que antiguamente. Como he comentado anteriormente, nuestros jóvenes, cuando se veían obligados a dejar sus estudios, podían entrar en cualquier empresa de discípulos aspirantes de alguna profesión u oficio.

Zapatero Remendón

Aunque parezca esta postura un tanto rancia, retrógrada y atrasada, todos los chavales encontraban un lugar donde aprender y más tarde, llevar a cabo alguna ocupación. Me parece un gran éxito el logro –que hace años– pudieron conseguir los trabajadores al principiar prestando sus servicios en una empresa. Dar comienzo en un trabajo y tener todos sus papeles en regla. Dados de altas en la Seguridad Social y anualmente declarar sus ingresos. Hoy pocas empresas o ninguna, pueden soportar estos gastos –y por lo tanto– ninguna genera empleo ni nadie aprende un oficio como Dios manda. Los que continúan sus estudios en una escuela de formación profesional, cuando terminan, no los contratan porque dicen que no saben ejercer correctamente la profesión elegida.


El que termina una carrera, tiene que continuar formándose para poder opositar y conseguir una plaza –fija o de interino– en una profesión en la cual ha empleado toda su juventud. En definitiva y debido a la situación en la cual nos encontramos inmersos, habrá que darles la razón a los jóvenes que no quieren seguir estudiando. Habrá que darles la razón a los padres que dicen que no pueden pagar las matrículas de sus hijos. Habrá que elogiar a tantos y tantos licenciados, que con sus títulos en los bolsillos, optaron a trabajar de cajeros en los supermercados. Habrá que seguir soportado que se sigan “regalando” puestos de trabajo por amiguismos y empeño a dedo.

Mientras tanto, nuestros políticos seguirán sin hacer nada, para solucionar este impedimento y lastre en los que se encuentran todos nuestros jóvenes, con o sin estudios.
Día a día, irán en aumento las colas del paro.

1 comentarios:

  1. . pepe blanco el 2 de octubre de 2012, 8:57 dijo ...

    viendo las fotos me ha recordado algunos pasajes de mi niñez, aunque fueron pocas, ya que comenze a trabajar con 7 años recogiendo algodon, aceituna y otros trabajos, todo por imperativo de enfermedad. Viendo la foto de los niños me viene a la mente que yo jugué alguna vez a eso. recuerdo que habia algunos que tenían una malaleche que asustaba, cuando tocaba ponerse abajo, ponian los mayores primero y al final los pequeño, así tenian que saltar los grandes y cuando caía encima del pequeño daba con los pies en el suelo y quedaban eliminados.


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